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plataforma contra el cierre del centro de cultura tradicional en salamanca capital

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A destrozar
HAY urbanismo promovido por instituciones que contribuye a macizarlas más de lo que ya se tolera a las actuaciones privadas con frecuencia cargadas de voracidad y si, encima, esas instituciones despliegan acciones de 'carga granítica' en las calles y, a mayores, si se trata de un ámbito declarado Patrimonio de la Humanidad por el valor de su trama urbanística , pues, eso, un golpe tras otro golpe que machaca, por ejemplo -y éste es el caso- a una ciudad como Salamanca. Ahora es la Diputación, en connivencia con el Ayuntamiento, la que plantea un nuevo destrozo en el barrio antiguo, al mismo tiempo que también se destroza el Centro de Cultura Tradicional, con trayectoria reconocida, para trufarlo con una serie de vaciedades cargadas de humareda y espolvoreo. Dos destrozos simultáneos, y para desarrollar uno es preciso aplicar el otro.

En la plaza de Colón, a la vera de la histórica y monumental Torre del Clavero, la Diputación va a destrozar el edificio señero que, procedente de la familia ganadera de los Sánchez, luego ocupó la Cruz Roja y en los últimos tiempos, el Centro de Cultura Tradicional y Radio Nacional. No se trata de un monumento, pero sí de trama urbana que da valor a una ciudad, que determina que una urbe sea distinta a otra y que un ámbito sobresalga sobre otro. Un tramo singular con sus espacios ajardinados que presta donosura al entorno de la plaza y su contorno con edificaciones singulares, incluido el palacio de La Salina sede de la propia Diputación, el hoy polémico palacio de Orellana, el antiguo convento de La Merced e iglesia de S. Pablo y, por supuesto, la elegancia que aporta la Torre del Clavero. Y ese equilibrio, ese espacio que dignifica una ciudad como Salamanca, es el que tiene previsto cargarse la Diputación mediante la edificación que macizará y recargará el espacio donde hoy reluce la serenidad y el tipo de ámbitos heredados que prestigian una urbe que merece la pena pasear. Salamanca, ese patrimonio reconocido, no es sólo sus monumentos: éstos pierden valor sin su trama urbana, y el edificio y entorno que se quiere destrozar encaja en esa condición.

En Salamanca, lamentablemente, ya se han cargado espacios y tramas que debieron permanecer, al tiempo que en sus vías urbanas se han cometido desafueros al cargarlas de granito y otros elementos improcedentes. La propia calle de S. Pablo que limita con el entorno en peligro es uno de los ejemplos más concienzudos: se aplicó el terror de 'la granitosis' y la concejala de Economía proclamó que era el máximo ejemplo de eficacia municipal, «una obra para generaciones y generaciones», que es donde hoy sólo reluce la degradación y, a pesar de sus pocos años, ya está pendiente de que entre la pala que rompa parte de tanta trascendencia granítica.

Y ahora, dos destrozos más: una herencia de equilibrio y un Centro cultural prestigiado. Y, además, es la Diputación.

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